Se prevé que durante 2019, el 72,4 por ciento de la población mundial en línea pueda tener acceso a las redes sociales, lo que representaría un incremento del 69,6 por ciento si se compara con los números registrados durante el 2016.
Las cifras apuntan al 80 por ciento de la población con una afición en común, navegar en las plataformas, interactuar, subir contenido, hacer parte fundamental de su vida estar en ellas, al grado de que son una parte que no pueden dejar de lado.
El poder que han adquirido las plataformas es tan grande que una vez que se dieron cuenta están imponiendo su voluntad a diestra y siniestra.
Alguna vez existió un monopolio en México en el que la comunicación era unilateral, la televisión imponía absolutamente todo al espectador hasta que llegaron las redes sociales y el contenido on streaming. Entonces la TV tuvo que adaptarse y perdió poder.
Ahora ese poderío está en manos de las principales plataformas. La más popular es Facebook, con 2,271 millones de usuarios activos, le sigue YouTube, WhatsApp, Facebook Messenger, WeChat… tal como se puede ver en el siguiente gráfico:
La relevancia que las cifras dan a cada una, los ingresos en publicidad o simplemente el poder desbordado ha causado tres fenómenos que indican que su voluntad se ejerce sin que el usuario pueda apelarla.
¿Contra la publicidad?
Los movimientos más recientes en Instagram esta semana apuntan a que aparecerán anuncios con influencers a los usuarios aunque no los sigan, imponen sus normas. Twitter se metió de lleno a asesorar a las marcas y conectarlas con los influencers. Facebook controla las pautas… Las agencias, las marcas y los profesionales de la industria del marketing y la publicidad se tienen que “cuadrar” a lo que las plataformas manden.
Ellas imponen las reglas en las que la publicidad aparece y ¿ahora fungen la labor de una agencia incluso? (o eso quisieran). Las plataformas están más implicadas que nunca en lo que se mueve en la industria, ya no sólo son el medio efectivo para llegar al consumidor, son parte activa y por su puesto, con ganancias contantes y sonantes.
¿Contra los usuarios?
Subes las fotos del bautizo de tu hijo y confías en que permanecerán en tu perfil de Instagram, pero un día te informan que tu cuenta ha sido inhabilitada. Apelas esa decisión porque no has violado las normas, pero Instagram simplemente ya decidió por ti y su comunicación unilateral sale a relucir en ese proceso en el que existe una enorme falla en servicio al cliente.
Dile adiós a todo tu contenido y si no tenías respaldo, ¡qué pena! es muy triste pero la plataforma puede tardar meses en hacer caso a tu apelación, incluso nunca responderte, al menos eso es lo que indican los usuarios que han padecido esta situación y para comprobarlo basta con leer los casos que se comparten en los propios perfiles oficiales de las redes sociales.
¿Contra la privacidad?
Sin tu consentimiento toman datos y van a parar a las marcas. No sólo el caso de Cambridge Analytica demuestra este punto, sino que incluso hace unos días Twitter informó que la ubicación de sus usuarios en iOS se compartió con marcas por error. Los datos llegaron a los anunciantes para un proceso llamado “ofertas en tiempo real”, por el que pagan y que consiste en un espacio acorde con la ubicación de las personas. Twitter dijo que pretendía eliminar los datos de ubicación que envió a sus socios publicitarios, pero no lo hizo.
Estos son sólo algunos casos de los que se ha informado, pero pueden ser muchos más y sólo las propias plataformas tienen el control de nuestros datos. El poder está en sus manos.
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